Estuve sentado aquí más de 30 años, en soledad, en una taciturna y cadenciosa soledad. Mirando siempre a los lejos el camino serpenteante, ocultándose y emergiendo de las lomas que parecen multiplicarse hasta el horizonte; con la esperanza de ver a alguien que venga a desmentir tanta clausura.
Lancé grandes gritos al aire, con la ilusión de que el viento, viejo amigo, lleve mi voz hasta oídos queridos.
Hice largos silencios tratando de oír pasos lejanos, pasos que nunca llegaron.
Siempre sentado aquí, en este banco, tan paciente como yo. Y aunque nunca desesperé, muchas veces sentí temor de querer partir, de querer dejar mi lugar y unirme a las voces. Pero resistí. Resistí con la intención de resistir. Me quedé con la intención de quedarme… y me dormí, me dormí con la intención de soñar. Y soñé. Soñé que mis queridos venían a mi encuentro, que venían trazando el camino y que yo los veía de lejos…y que a cada uno iba adivinando, y que me paraba de mi banco…y que corría a recibirlos y que era todo abrazo… todo cuento.
Pero una y otra vez desperté en el silencio que hereda la arena cuando parten las olas, el silencio sordo y metálico de las medianoches de otoño. Y al amanecer, otra vez estaba allí el camino serpenteado, naciendo y hundiéndose en las mismas lomas, brillante, soleado, desafiante…pero siempre vacío.
Anoche también dormí….dormí con la intención de soñar…de soñar el mismo sueño de ayer…pero no soñé….solo dormí.
Una quemazón de verano infante, entibió mi rostro esta mañana, me obligó a retozar como un caballo, me abrió los ojos, me encandiló con su destello infame.
Y al abrir los ojos, vi mi banco y me vi sentado… y vi mis pies ya casi cansados y mis manos aún vacías… y miré más allá… y vi el camino empezar a mis pies…y miré aún más allá…..y allí estaba otra vez. El viejo camino serpenteante, naciendo y hundiéndose en las lomas, infinito. Pero el horizonte se corta, titila como una estrella en navidad. Y ese corte se vuelve cada vez más profundo, más ancho; y ese corte se hace dos… son dos cortes en el horizonte…que se agrandan, que laten
Y el camino se llena de voces, de pasos, de huellas. Y mis ojos se llenan de asombro. El camino ya no es el mismo, ahora tiene voz y sentido. Y dos figuras son ahora las que nacen y se hunden en las lomas, y desaparecen y aparecen, y cada vez que aparecen están más cerca, más ruidosas, más queridas… y me paro… y mi pecho se hincha de primavera… y mi mano me hace sombra en mis ojos… y puedo ver. Y cuando veo, mi boca sonríe y mis ojos se mueren. Y doy un paso y me despego de mi banco…y aquellos tajos, luego figuras… son mis amigos… son mis queridos, que por fin han llegado…y voy a recibirlos.