Un amigo es otro caballo que galopa a nuestro lado.
Galopamos a veces sin hablar, muchas veces sin mirarnos, pero siempre
galopando. Otras tantas, galopamos a lo lejos, pero siempre en paralelo. El
ruido de su galope sobre el camino es nuestra alegría, su compañía, su manera
de decirnos que corre a nuestro lado, que nos secunda, que nos sostiene, que
nos arrastra. Esa música de los galopes mezclados, es la música de nuestras
vidas. Música que nace de la tierra y de los pasos. Música que nos llama a la
sonrisa, a la mirada de costado reconociendo sus ojos y acelerando la corrida
para que acelere la suya. Asi vamos los amigos, como caballos que van a ningún
lado...que nada dicen...que sin más razones, corren lado a lado.
No hay tristeza más helada, que la de un caballo solo...que
ha perdido a su par. Que ha parado su carrera. Que busca inocente la razón del
desencuentro.
No hay razones. Es la ley de los caballos.... un día
quedarse solo en el medio del camino. Y retoma dulcemente la tristeza de
seguir...
Si debo galopar, ya no será con esa fuerza. Suelo mirar a mi
lado y no veo mas que mar. Cada tanto apresuro mi carrera, me sonrío y te
espero y juro que en esos momentos, oigo tu galopar.