Con vos mis razones y mis discursos se
desvanecen. Y es que hago la excepción. Como dice algún otro cuento “me van a
tener que disculpar”, yo hago la excepción. No es que nos copiemos los
escribas, sino que muchos sentimos ese deber de la memoria.
Y se que aunque pasen los años voy a seguir
enredándome en discusiones, para defenderte, sin que muchos entiendan por qué.
¿Por qué? Por que si. Porque aprendí a
agradecer. Por que tengo una deuda con vos que jamás podré pagar. Vos me hacías
feliz. Verte jugar me hacía feliz. Verte defenderme me hacía feliz. Verte
ganar me hacía feliz y verte perder era una herida en las manos.
Y Elegí ponerme de tu lado sin razón, sin
conciencia, sin condiciones. Aunque me embarque en un naufragio seguro y
condenado. Aunque me crucifiquen al lado
de tu cruz.
Yo te voy a defender. Y no es que voy a
evitar condenarte u opinar en tu escarnio… no…yo te voy a defender.
Voy a mostrar mis garras cada vez que
alguien ose en mi presencia ensuciar tu memoria. Voy a mostrar mis caras más
feroces cuando alguien quiera empañar el brillo de tu bronce. Yo voy a estar allí,
como un león mal herido que no le esquiva a la pelea aún consciente de su final.
Yo voy a dejar huellas de mi sangre en cada
discusión…bien enredado...bien adentro del tema…sin gambetear ni una palabra. Yo
voy a defenderte hasta la burla, hasta la condena y hasta el azote que
significa ser uno contra un millón. Yo seré ese uno, siempre. Y cuando ya no
pueda ni hablar, hablaré con aquellas garras sangrantes y derrotadas, aun así
seré ese uno; y seré ese uno, simplemente porque vos, fuiste mi diez.