El circo de noche

El circo de noche, descansa mientras otros circos dan su función. Sus animales se refugian en sus jaulas luego del peligro de estar fuera de ellas cercados por la ciudad. Las luces naranjas abrigan a su gente, que sabe de abandonos y de partidas como los demás saben de dejarse arrear. Los actores ya fuera de la escena, buscan risas más cercanas y recostarse en telas mas añejas que la mismísima noche. Aromas dulces los invaden y los ordenan cada cual en su lugar. El silencio no es bienvenido en un circo descansando, más bien el roce de las ropas, el rechinido de las jaulas y el viento sacudiendo los carros, son invitados mejor recibidos.
Ellos saben que nunca duermen, duermen por ellos los animales y el anfitrión. Dormir no es buen plan, puede en ese sueño perderse la imaginación. Los sueños suelen llevarse alguna idea y de sus ideas viven los actores del circo de noche.
El circo de noche comienza a descansar, escondido en medio de la ciudad alborotada de tanta prisa. Parece acurrucarse, temeroso de tanta verdad… y por dentro sigue latiendo, creando lo que llenará las pistas apenas la luna lo vuelva a proteger.
Ya es poco lo que queda aquí, ya se sabe viajando a otro lugar. Ya se siente conociendo otras caras, otras luces, otras lenguas. Ya se va…ya se va… el circo siempre se está yendo, aunque parezca llegar.